Dédalo e Ícaro

 

 
 
 
            
 
 
             Dédalo e Ícaro 
 
    Minos, rey de la isla de Creta, ordenó a Dédalo, brillante inventor, construir un laberinto para encerrar allí al Minotauro, que tenía cuerpo humano y cabeza de toro. El laberinto debía tener pasillos y pasadizos dispuestos de tal forma que quien entrara, no fuera capaz de salir nunca de allí. Pero Minos, para que nadie supiera cómo encontrar la salida encerró en el laberinto al propio Dédalo y a su hijo Ícaro. A Dédalo se le ocurrió entonces fabricar unas alas con plumas de pájaros  y cera, para escapar volando . Antes de empezar su viaje, Dédalo advirtió a Ícaro que no volara demasiado alto porque si se acercaba demasiado al sol la cera se derritiría, y tampoco demasiado bajo porque las alas se mojarían y le impedirían volar. Todo empezó muy bien, lo estaban consiguiendo, pero Ícaro, con la emoción, empezó a dejarse llevar y volar muy alto, olvidando los consejos de su padre... ¡Pobre Ícaro! 
    Anímate y busca cómo termina. Es un mito corto y bonito, muy fácil de leer.
 
    Cada uno de los temas del libro de latín de 4º acaba con un pasaje de la mitología griega. Este lo hemos ampliado leyendo "El vuelo de Ícaro". Los alumnos debían completar la actividad realizando en cartulina una portada de este mito con cuatro elementos fundamentales de esta historia pero que no fueran personas,  y les ha quedado de maravilla. 



        En proceso
 
 
 
 
 
 


                             Resultado final
 

 
 
 
 
 

Entradas que pueden interesarte

No hay comentarios