Con una estructura verdaderamente arriesgada, El silencio de la ciudad blanca de Eva García Sáenz de Urturi, empieza nada menos que con un flash forward, que te deja pegado a sus 448 páginas, escritas en una primera persona directa y ágil, sin florituras, actual. Sin más preámbulos, nos metemos en el meollo de la trama principal: la investigación de una serie de dobles crímenes, cada uno en un lugar simbólico de Vitoria, con la complicación de que el principal sospechoso lleva veinte años en prisión.
Estos asesinatos hunden sus raíces muchos años atrás, para lo cual la autora utilizará un flashback en una trama en paralelo, jugando hábilmente con el tiempo, para viajar al pasado y rememorar los hechos que influirían en el presente. Todo esto, sin perder en ningún momento el hilo argumental, pese a que va sorprendiendo al lector con inesperados giros, que confluirán en un final muy bien resuelto.
En El silencio de la ciudad blanca concurren varios aspectos que la han convertido en una novela exitosa:
Su género, un thriller apasionante
Argumento original, mezcolanza de novela negra, con ligeros tintes históricos, chispa amorosa, intriga y mitología.
La extraordinaria ambientación. Convierte a Vitoria en la protagonista principal.
Los personajes tan bien construidos, cada uno con su idiosincrasia. Reales. Valiente en su elección, dando, por ejemplo, visibilidad a los afectados de acondroplasia, en la figura de Germán, el hermano del protagonista, Unai.
Entrañable y contrapunto es la figura serena del abuelo, con la sabiduría demoledora de la gente de pueblo que todo lo ha vivido. Que sabía que la vida continuaba pese a todo: una de sus frases preferidas es: “Déjate de ostias y sigue”. Y seguía.
El retrato de una sociedad alavesa, de sus costumbres y sus fiestas.
¡Con esta reseña dan ganas de empezar ya! Leí los dos primeros de la trilogía, y los recomiendo.
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