Tarde o temprano nos tocará soportar la pérdida de un ser querido. Y será entonces
cuando necesitaremos, más que nunca, de la literatura como bálsamo.
Esta obra del autor búlgaro Gueorgui Gospodínov es un relato sobre la muerte y una
terapia sobre el duelo. Aunque, ya en la primera página, su autor nos desvele el final, no
se trata de una obra vacía, sino de un ensayo reflexivo a partir de una narración elegíaca.
Y, a pesar de la evidente tristeza en el tono, refleja una impresionante belleza en el
discurso, que se vuelve un poemario en prosa para reconfortar y calmar al lector en la
aceptación de lo inevitable: algún día, todos dejaremos este mundo. La clave es haberlo
transitado con honestidad y cariño para que, quienes nos recuerden, lo hagan con amor y
comprensión.
En definitiva, se trata de una delicada carta de amor del autor hacia su padre. Una
historia íntima y conmovedora, que abraza y que nos deja, sin duda, unas frases para
subrayar y enmarcar.
Hoy, el homenaje se lo quiero hacer a mi padre, cuya pérdida me arrasó por completo,
pausando todos los planes que la vida tenía previstos para mí. Pero, como escribe
Gospodínov: “luego vuelve a estar vivo, en todas las historias de antes de irse y en las
de después”.








